toma-decisiones

Toma de decisiones

Constantemente estamos tomando decisiones, desde que nos levantamos estamos eligiendo la ropa que nos ponemos, lo que vamos a desayunar, donde me pongo en el transporte público o el carril que elijo con el coche, etc. etc. Unas veces elegimos por nosotros mismos y otras por los demás (niños, incluso adultos). ¡Estas elecciones son decisiones!

Ocurre que por la fuerza de la costumbre, dejamos, al menos en parte, de ser conscientes de estas decisiones, las automatizamos. Por ejemplo cambiar de marcha al conducir, las primeras veces pensábamos lo que hacíamos, hasta que automatizamos la secuencia, una gran forma de aprendizaje.

Al automatizar una secuencia dejamos de elegir, dejamos de decidir. Por ejemplo desayunar todos los días lo mismo, no elegimos lo que nos apetece en cada momento. La automatización nos puede dar un cierto tufillo a rutina.

Cuando elegimos, lo hacemos de diferentes formas: racionalmente, afectivamente e impulsivamente. Todos tenemos estas tres formas de tomar decisiones y a veces las combinamos. Ejemplo: qué bonita chaqueta! Me sienta bien y es cómoda! Y además me va muy bien con aquellas botas y los pantalones…! Me la compro!!!

Al decidir racionalmente sopesamos los pros y los contras, dudamos y finalmente decidimos, o no, quizás nos podamos quedar en la duda. Utilizamos el cerebro.

Las decisiones que tomamos emocionalmente se basan en nuestros sentimientos, iré a comprar donde el tendero que me cae más simpático.

Cuando elegimos impulsivamente, se pone en marcha nuestro instinto y a menudo nos damos cuenta cuando ya estamos en la acción.

Generalmente cuando decidimos sobre cuestiones importantes tenemos una tendencia a racionalizar dicha elección, o eso creemos. Debemos tener en cuenta que aunque hagamos una elección intelectual siempre entran en juego aspectos emocionales e instintivos, no nos podemos desintegrar. Cuando somos conscientes de estos tres aspectos, tendremos más y mejor información para tomar mejores decisiones.